sábado, enero 28, 2006

Kolót: Kol Hasbará - ¿Por qué las corporaciones financian el Islam radical? - por Daniel Pipes

Kol Hasbará - ¿Por qué las corporaciones financian el Islam radical? - por Daniel Pipes
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Saturday, 28 de January de 2006, 21:01
 

Kol Hasbará

"Mirad... aquel que es guardián de Israel, ni se descuida ni duerme".

                                                                                                                                                        Salmos Salmos 121:4

editor: Jaime Gorenstein


 
 

¿Por qué las corporaciones financian el Islam radical?
 Por Daniel Pipes

 

¿Cómo es que el Council on American-Islamic Relations (y otros en la industria islamista del victimismo) salen tan bien parados cuando se quejan a una corporación? Esa es la cuestión que plantea Margaret Wente, la columnista estrella del Globe and Mail, en un profundo análisis cargado de implicaciones.

El artículo de Wente examina el caso de alto nivel de Jeffrey Rubin, economista jefe de la división de mercados mundiales del Imperial Bank of Commerce canadiense. En un informe a los clientes el 5 de abril del 2005, predijo exactamente que los precios del crudo continuarían subiendo:

“Las dos primeras crisis petroleras [en los años 70] fueron transitorias, dado que los
acontecimientos políticos animaron a los productores de petróleo a ejercer la soberanía total sobre sus recursos y restringir temporalmente el suministro. Esta vez no habrá ningún grifo que pueda abrir otra vez de pronto algún mulá o jeque apaciguado.”

En respuesta a la frase “algún mulá o jeque apaciguado”, el director ejecutivo de la rama
 canadiense de CAIR, Riad Saluji, protestó al CIBC.

“Nos preocupa gravemente que el Sr. Rubin esté promoviendo el estereotipamiento de los musulmanes y árabes en una publicación del CIBC. Solicitamos que el Sr. Rubin y CIBC World Markets publique una carta de disculpa y se someta a formación de sensibilización con respecto a los musulmanes y árabes.”

En una formulación posterior, Saluji explica más simplemente su agravio: “Muchos musulmanes pensaron que los comentarios eran inapropiados”.

La idea de Saluji es simplemente estúpida, dado que los mulás (en Irán) y los jeques (en la Península Arábiga) toman las decisiones clave que abren o cierran el grifo del petróleo. Pero eso apenas importó al CIBC, que rápidamente cumplió las demandas de Saluji publicando una disculpa pública y requiriendo que Rubin (llamado por el CIBC “uno de los principales economistas de Canadá durante mucho tiempo”) se sometiera a entrenamiento de diversidad multicultural.

Wente proporciona algunos detalles interesantes de lo último, que fue conducido por Laraine Kaminsky, vicepresidenta ejecutiva de Graybridge Malkam, especialistas en diversidad radicados en Ottawa. Kaminsky ideó un plan de estudios especialmente para Rubin, y el CIBC pagó unos buenos 5000 dólares canadienses por su sesión de dos horas con Rubin. (En línea con la arena periodística, Wente se sometió voluntariamente al mismo plan de estudios que sufrió Rubin; divulga que la información escogida era “una combinación de lo anodino, lo obvio y lo interesante”).

¿Por qué esta repentina retirada por parte del CIBC, cuando Rubin había redactado un pasaje exacta y patentemente inofensivo? ¿Por qué no defendió el banco a su economista estrella?

A estos efectos, ¿por qué otras tantas corporaciones capitularon a las exigencias de CAIR y sus acólitos? En el 2000, seguí la cuenta de algunas corporaciones relevantes (Anheuser-Busch, Burger King, DoubleTree Hotels, Los Angeles Times, Mastercard International, Miller Brewing y Seagrams) que habían retirado anuncios juzgados ofensivos por los islamistas. Disney ha discontinuado a dos de sus locutores radiofónicos, Michael Graham y Paul Harvey. Dos empresas de ropa, Liz Claiborne y Warehouse One, retiraron o discontinuaron ropa de señora que llevaba escritos en árabe. El peor de estos apaciguamientos tuvo lugar en 1997-98, cuando, en base a una queja falsa de CAIR, Nike aceptó la humillación inminente.

Wente da varios motivos para estos casos de timoratez corporativa. En primer lugar, resistir a los islamistas significa absorber un golpe de relaciones públicas:
“dado que la imagen y la reputación son tan crucialmente importantes, las grandes corporaciones son vulnerables a pequeños grupos de intereses con voces ruidosas. Ningún CEO quiere que sus accionistas, sus empleados, sus clientes y su junta directiva coja un diario y vea un titular proclamando que alguien está boicoteando a su compañía por ser anti-musulmana.”

En segundo lugar (y a la inversa) incrementar la diversidad de uno genera publicidad positiva:

“En el mismo día de esta semana en el que el CIBC daba parte de unas pérdidas en el tercer cuatrimestre a causa de la debacle de Enron - 1,9 millones de dólares - hacía espacio en su circular de noticias para recordar a la gente que en junio, celebraba por décimo tercer año el Mes de la Diversidad.”

En tercer lugar, más allá del punto de vista de las relaciones públicas, asoma el legal.

“En los Estados Unidos, donde las leyes son estrictas y los jurados duros, las compañías que pierden demandas de discriminación en la corte pueden ser forzadas a pagar millones. “Mejor llamarme primero que llamar al abogado después”, decía Kaminsky con una sonrisa.”

Kaminsky alude aquí a la dimensión correctiva de su trabajo. Wente observa que la sesión con Rubin “está documentada ahora formalmente en su archivo personal, lo que libera de responsabilidad al banco si alguien le apetece demandar más tarde, o invocar alguna ley de odio, o quejarse a una comisión de derechos humanos. ¿Tomó el CIBC acción correctiva con su empleado ofensor? ¿Es el CIBC verdaderamente sensible a los temas? ¡Sí señorito

Wente concluye que el banco, en otras palabras, “tomó el camino más fácil. Encontró un modo rápido y sucio de hacer desaparecer el problema”.

Comentarios: (1) Kenneth Timmerman muestra en su libro Extorsión cómo desarrolló Jesse Jackson este fraude a partir de las prácticas de las mezquinas calles de Chicago. Lo que comenzó como cuadrillas callejeras intimidando a los negocios locales terminó funcionando con juntas corporativas y Wall Street. Esta práctica se ha convertido en una potente arma en Estados Unidos y en otros países occidentales; los islamistas apenas están empezando con ello. Timmerman me escribe que “Jackson convirtió la industria del agravio en una lucrativa fuente de dinero para él mismo y para su maquinaria política; CAIR ha estudiado claramente sus tácticas y las está aplicando con éxito”.

(2) En términos políticos, el personal más alto en la mayoría de las corporaciones es conservador, pero su comportamiento apaciguador les hace estructuralmente liberales. Sin que importe lo mucho que puedan lamentar en privado la necesidad de disculparse y pagar, lo hacen.

(3) El mercado premia al ganar una reputación positiva entre cada segmento del consumidor, y eso pronostica traficantes de agravios ejerciendo poder sobre las corporaciones en el futuro indefinido. Sin importar la mala reputación que los traficantes pudieran tener, como a menudo es el caso, las corporaciones preferirán retirar productos, disculparse y pagar, antes que luchar. Esta bonanza promete a los islamistas y a otros artistas de la extorsión tanto el dinero como la atención pública. Lo peor de ello es que no veo medios legislativos o de cualquier otro tipo de cambiar esta dinámica.



www.danielpipes.org/article/2919