sábado, enero 14, 2006

Kolót: Un judío en Auschwitz

Un judío en Auschwitz
de EduPlanet Rectorate (daniEl I. Ginerman) - Saturday, 14 de January de 2006, 21:26
 

Un judío en Auschwitz
tomado de
http://es.groups.yahoo.com/group/Sefaradi/

Mordejai Gilinski, lituano que reside en Barcelona, estará presente en un acto en memoria del holocausto  

RAFAEL WIRTH - 11/01/2006


Protagonista empujado por la historia, el ciudadano Mordejai Gilinski, Motke para los amigos, judío nacido en la ciudad de Kaunas, Lituania, residente desde hace años en Barcelona, será uno de los ejes del día oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad. En este caso, una parte de la sociedad civil catalana le rendirá sencillo homenaje en un acto previsto para el día 24 de enero en Can Fabra, Sant Andreu. Un amigo de Motke, Manuel Sussler, ha coordinado un excelente documental que recoge el testimonio de ese hombre.

El señor Gilinski, que nació en Kaunas el 19 de junio de 1930, tiene dos vidas. La primera va desde la fecha de su nacimiento hasta 18 años después, cuando, tras pasar por el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, se encontraba en Chipre a punto de saltar hacia Israel, que había conseguido ser reconocido como Estado en mayo de 1948. La segunda parte de su vida queda para otra ocasión.

Mordejai, que ahora vive en Barcelona rodeado de su familia y amigos, tiene memoria lenta e itinerante. Pero sabe que su padre, Jacov, fue panadero en Kaunas y su madre, Rasel, ama de casa. Y que, siendo el mayor, tuvo dos hermanos, Elimelej y Ruben. Y que fue al colegio judío de la ciudad y allí aprendió a leer y escribir, a sumar y a restar. Y que hasta nueve años después todo iba bastante bien. Pero un día se acabó.

Desde 1939-1941 la vida tomó un giro de 180 grados. Rusos primero y alemanes después hicieron que finalizara el colegio, y al padre se le acabó el trabajo. Y los nazis montaron un gueto en la ciudad y Mordejai vendía cigarrillos y panecillos para sobrevivir. Y recuerda que en una ocasión colgaron a un niño y que en otra época algunos judíos con estudios superiores, la inteligensia dirigente de la comunidad, fueron borrados del mapa, y que hubo en un momento dado una "acción contra los niños", donde desaparece el hermano menor, Ruben. En 1941 los judíos iban obligados al campo de trabajo de Zanz, a ocho kilómetros de Kaunas.

Un mal día mujeres y niñas, hombres y niños fueron trasladados por los nazis al campo de Stuthof, y allí se quedó su madre, a la que nunca más pudo abrazar. Motke, y los hombres de su familia, entre ellos su padre Jacob, fueron enviados primero a Dachau, donde quedó el padre, y más tarde se formó un tren donde subieron 131 niños judíos, entre ellos Modke y su hermano Elimelej. "No todos llegaron, porque recuerdo que dos niños de los del grupo saltaron de los vagones". El caso es que Motke y su hermano y los restantes niños entraron en tren por la vía que penetraba en el campo de Auschwitz, donde sobresalían los grandes edificios que fueron cuartel del ejército polaco. Y allí, con otros niños, compartieron el frío y el espacio en literas, y eso fue entre 1943 y 1945, y una vez allí se perdió toda esperanza.

Recuerda Mordejai Gilinski varias cosas, todas ellas selectivas. Yme explica, mientras busca sin éxito unas pastillas, que todos los niños del campo debían pasar ante el doctor Josef Mengele. Mientras se esperaba la visita, el hermano de Motke era el encargado de guardar trocitos de pan, para comerse ese pan más tarde, aunque un día se lo robaron, y Motke recuerda que en otra ocasión un hombre judío tuvo que meter a su mujer y a sus hijos en el horno crematorio. Y que había un jabón fabricado con grasa de judíos, y que él, sin ir más lejos, llevaba y lleva marcado en el brazo izquierdo el número 2850.

A todo esto, los niños del campo de Auschwitz trabajaban, y él, con otros, llevaba en un carro los cadáveres de los más débiles. Pero siempre se aprendía algo. Un médico del campo comprobaba si los niños estaban sanos o no. Y se basaba, me explica Motke, en los latidos del corazón. Si los latidos eran rápidos, el judío tenía fiebre y, al no ser útil para el trabajo, podía acabar en el crematorio o en el centro de experimentos del doctor Mengele.

O sea, que los niños contenían la respiración para que el corazón fuera un aliado a la hora de enfrentarse al estúpido médico del campo. "Mengele -me señala Motke- venía con regularidad para hacer una selección de niños con los que poder experimentar. ¡Era preciso salvarse!". Mengele se situó delante de Mordejai y le preguntó cuántos años tenía. Y él, que no había cumplido los 15, mintió y dijo que 18 porque los ya mayores eran relativamente útiles para trabajar. Mengele cogió su historial médico y lo mezcló con el de otros niños que iban a ser enviados a los centros de experimentación, pero Motke consiguió recuperar el papel con su historial. Mengele giró alrededor del judío desnudo para comprobar su estado físico y marchó. Elimelej, el hermano de Motke, tuvo peor suerte, porque al ser menor y más bajito, un día desapareció para siempre del barracón.

Con la guerra en su etapa final algunos niños y otros adultos fueron sacados por los alemanes del campo de Auschwitz y empujados como escudos en la retirada. Y Motke dice que presenció una batalla con carros de combate rusos y maquinaria alemana... Varias naciones de Europa y otras tantas ciudades del Viejo Continente liberado recorrió Gilinski siguiendo el rastro de la comida.

Y de Marsella a Israel pero con parada en Chipre, pues los británicos no dejaron que ese barco continuara. Pero llegó un día a la tierra prometida y allí se reencuentra con su padre, el único, con él, que se había salvado de la familia. Y en Israel estuvo Mordejai hasta 1978, cuando se trasladó a Barcelona: las cosas no fueron del todo mal, no acabaron muy bien, y, además de tener los achaques de la edad, desconfía de todo lo que se mueve.